
03 Nov Buñuelos de viento. Receta para el día de Todos los Santos
(Perdón por el retraso :-))
Lo se, voy con un poco de retraso, pero no quería dejar de ponerla, aún habiendo pasado dos días, pero es que me ha sido imposible escribir antes.
Hemos tenido unos días muy especiales y muy familiares, así que consideré más importante centrarme en eso, la verdad. Aún así como es una receta que lo mismo sirve para Cuaresma, como para los Santos, pues casi que la podemos considerar «atemporal».
Además, se da la circunstancia de que la he sacado del libro de cocina de mi abuelo Manolo. Tenía muchas ganas de preparar alguna receta de él y estaba esperando el momento oportuno para hacerlo.
¿Sabéis esa sensación de que no has conocido a una persona, por situaciones de la vida, y que a pesar se todo sabes que si le hubieras conocido te hubiera encantado? Eso me pasa con mi abuelo. Partió muy joven y yo no le conocí, pero por todo lo que cuenta la gente que convivió con él y le conoció era noble, altruista, amigo de sus amigos y un «pedazo de pan». Además comparto con él esta pasión por el mundo de la cocina, así que me siento casi «cósmicamente» y espiritualmente muy cercana a su persona.
A él le dedico esta receta, en este día de «Todos los Santos», en el que recuerdo que hace años ponían «Don Juan Tenorio» por la tele, se comían «Huesos de Santo» y buñuelos y se encendía una velita por los que ya no estaban. Con estos buñuelos hago un sincero homenaje a aquellas tradiciones de siempre.
Buñuelos de viento
Dificultad: media.
Ingredientes para muchos buñuelos (yo hice la mitad sólo):
- 100 gr. de mantequilla.
- 125 gr. de harina.
- 15 gr. de azúcar.
- 3 gr. de sal.
- 4 huevos enteros.
- 1/4 litro de agua.
- Azúcar para espolvorear.
- Aceite de girasol para freír.
Preparación:
Se pone a hervir el agua junto con el azúcar, la sal y la mantequilla. Cuando se haya disuelto todo bien se retira del fuego y se vierte en ello toda la harina de una sola vez, removiendo rápidamente con la espátula hasta formar una pasta espesa y compacta. Se vuelve a poner la cacerola en el fuego, sin dejar de remover la espátula que se apoya en el fondo del recipiente. Esta operación ha de durar hasta que la pasta se despegue de la cazuela y de la espátula y parezca que sude ligeramente. Se aparta del fuego y se le añaden los huevos enteros, uno a uno y sin dejar de batir la pasta, de modo que cada uno quede bien disuelto antes de incorporar el siguiente.
Lo podemos aromatizar con anís, con ralladura de limón o naranja, o con canela, en este punto.
La masa ha de quedar blanda pero de una consistencia tal que pueda mantenerse en bloque.
Ponemos una sartén con abundante aceite de girasol y tomamos porciones con dos cucharillas de postre y se fríen a temperatura moderada, aumentando la temperatura a media cocción.
Se escurren y colocan sobre una servilleta, espolvoreándolos con azúcar.
Como veis yo no los rellené, pero se pueden rellenar con crema, con nata, con mermelada, confitura, etc.
Sin comentarios